jueves, 10 de abril de 2014

Emiliano Zapata; Algo de nuestra historia para reflexionar.


En un día como hoy 10 de Abril pero de 1919 en la hacienda de Chinameca, Morelos muere asesinado el General Emiliano Zapata por tropas comandadas por el Coronel Jesus María Guajardo Martinez en un periodo de tiempo en el que México se encontraba sumido en el caos político y social.

En 1919 Emiliano Zapata se encontraba en malas condiciones militarmente, tenía pocas armas, pocas municiones, falta de dinero, y constantemente huyendo. Desesperado por encontrar ayuda y aun siendo el muy desconfiado por naturaleza, envió una carta al Coronel Guajardo para invitarlo a unirse a luchar con él.

 Esta sería la peor decisión de la vida de Zapata, pues Guajardo se puso de acuerdo con el General Pablo González, un militar que antes había servido al usurpador Victoriano Huerta para tender la trampa mortal a Zapata. 

Aun desconfiando Zapata pidió a Guajardo que fusilara a algunos militares bajo su mando como señal de confianza. Esa misma noche, ni tardo ni perezoso Guajardo se dio a la tarea de fusilar a más de cincuenta de sus hombres para demostrar su fidelidad a Zapata (más de cincuenta traiciones juntas) comunicando a Pablo González los hechos. Como respuesta Zapata dio como un hecho la anexión de Guajardo pero aun con recelo. Debido esa desconfianza Zapata se mostraba renuente a reunirse con Guajardo, logrando finalmente de que se reunieran en la Hacienda de Chinameca donde se consumaría finalmente la traición. 

Después de los hechos, el General Pablo González envió la noticia a Venustiano Carranza quien aprobó algunos boletines en la prensa nacional los cuales aseguraban que Guajardo era un héroe, que había tenido participación activa en importantes batallas, culminando la propaganda con el acenso de Guajardo al grado de General por órdenes de Venustiano Carranza. Este gesto de Carranza fue pagado por Guajardo un poco después con otra traición al tratar de asesinar al mismo Carranza utilizando una locomotora llena de explosivos. 

Algunos meses después Guajardo trato de traicionar de nuevo, pero esta vez al presidente interino Adolfo de la Huerta, fallando. El presidente Adolfo de la Huerta en respuesta mando aprehender a Guajardo y le formo un consejo de guerra; encontrándole culpable y fusilándolo en Monterrey Nuevo León. 

Lección aprendida, el que traiciona una vez probablemente traicionara más veces, especialmente a los que más confían en él. Aquí sí que se aplica el dicho de que “Solo muerto el perro, se acabó la rabia”. Si alguien tiene tintas de traidor, ponle especial atención y espera la traición. 

“Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo”, Jorge Agustín Nicolás de Santayana y Borrás.