miércoles, 10 de febrero de 2010

PIDE IGLESIA CONSULTA PÚBLICA POR REFORMA DE LAICIDAD

Nuevamente arremete la iglesia católica contra la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, al pedir al Congreso de la Unión que se reformen los articulados concernientes a la laicidad del Estado, casualmente cuando el Congreso acaba de modificar el contenido del artículo 40 de la Constitución, declarando la laicidad del Estado, desde luego que piden que esta reforma se sustente en un análisis profundo, lo más probable, lo suficientemente amañado por el clero político, con propuestas de todas las asociaciones religiosas del país, lógicamente encabezados por la curia Romana y sostienen que no esté basada en prejuicios y valoraciones negativas o hechas al vapor.

Creo que sería conveniente hacer un estudio basado en la Historia de México y el papel que jugó y ha seguido jugando la Iglesia Católica en la política, comenzando por las intervenciones que sufrió nuestro país, tanto por Francia como por los Estados Unidos de Norteamérica. Ninguna institución hizo tanto año a México como la Iglesia Católica y sus tratados con los extranjeros para conservar sus privilegios. ¿Qué ya se les olvido que anatematizaron con la excomunión a quien disparara contra cualquier Yanqui invasor?, ¿Qué ya se les olvido que ellos fueron los que trajeron a Maximiliano de Hapsburgo a México? La histórica realidad es que la Iglesia nunca ha aceptado la primacía del Poder Civil sobre ella.

La reforma de Valentín Gómez Farías (1833), la desamortización de los bienes eclesiásticos (1856), la nacionalización de los mismos (1859), la separación jurídica entre la Iglesia y el Estado (1857), la incorporación de otras leyes reformistas —promulgadas desde 1859— a la Constitución (1873), la inexistencia jurídica de la Iglesia (1917), el conflicto religioso de los cristeros (1926) y el establecimiento del llamado modus vivendi entre el Estado y la Iglesia (1929), definitivamente han dejado una secuela de pérdida del poder que la Iglesia desea recuperar, a costa de quién sea y de lo que sea. Sin duda, fueron las sucesivas y supuestas derrotas de la Iglesia frente a los procesos secularizadores las que alimentaron este enfrentamiento: en 1857 y 1867frente a los liberales, en 1917 frente a los constitucionalistas y en 1929 frente a los instauradores del nuevo Estado nacional surgido de la Revolución.

Entre nuestra sociedad tradicional y la Iglesia existían lazos, que aún hoy día existen, y de los que pretende la Iglesia agarrarse para su nueva acometida. Desde luego que estos lazos de índole variada, como parentesco, financiamiento, etc. Son los que hay que identificar y denunciar públicamente.

Esta absurda petición de revisión, encabezada por el rector de la antigua basílica de Guadalupe, Pedro Agustín Rivera Díaz, quien considera que sería fundamental que en el marco de esa discusión se reconozca el derecho de las iglesias a su libre expresión, que por cierto, siempre lo han tenido, y mayor participación en política, en la que ciertamente se han excedido en sus participaciones, a las que ahora tildan de garantía de cualquier ciudadano.

Ésto, subrayó, no significa que la iglesia persiga privilegios sino sólo algunas canongías, como son el diezmo y las primicias, el derecho a crear escuelas confesionales de todo tipo, etc., para poder seguir incidiendo en las mentes de los ciudadanos y así ejercer su dominio psicológico en ellos. Desde luego se escudan bajo el pretexto de que se considere que el hombre sacerdote, dependiente de un Estado ajeno al nuestro, como es el Vaticano, es un ser político con los mismos derechos.

Rivera Díaz destacó que la reforma sobre laicidad del Estado que se consensua en el Congreso, debe valorar el sentir y la supuesta realidad de la sociedad, normalmente amenazada de las penas del infierno si se da la espalda a la Iglesia, y todo ello rodeado de un marco de un amplio diálogo de anatema satánico, lleno de prejuicios y buscando el bien común de los sacerdotes, monjes, monjas, etc.

En tal sentido, insistió en que no debe aprobarse una reforma al vapor que declara la laicidad del Estado Mexicano, y propone que participen todas las asociaciones religiosas en este debate, ya que son representantes de una realidad, por lo que se requiere un análisis serio y profundo donde se tome en cuenta la paz, el desarrollo de la sociedad y el fomento de valores.

Concuerdo con nuestro Hermano Eduardo:
LAS GRANDES PREGUNTAS SON:
¿Y LA VOZ DE LA MASONERIA?
¿Y LOS DELEGADOS DEL SUPREMO CONSEJO?
¿TENEMOS ACASO GRANDES MAESTROS SIN VOZ SOCIAL?
¿LA IGLESIA TIENE VOZ EN EL TEMA DEL LAICISMO?
¿Y LA MASONERIA TIENE VOZ?
¿QUE DEBEMOS HACER?
¿DEJAR HACER?, ¿DEJAR PASAR?, ¿ESA ES NUESTRA POLITICA?

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